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FALSESTUFF. LA MUERTE DE LAS MUSAS. La copia de la copia.

Teatro Valle Inclán. CDN.

Junio 2023.


"Y ahora, el teatro. FalseStuff, que podría ser una copia de, por ejemplo, el caso Fichte, narra el momento – y paso a copiar el argumento de la obra - en el que un policía llega a un local para arrestar tal vez a un falsificador de obras. "


Encuentro especialmente apropiado hacer esta glosa invasiva de FalseStuff, la nueva obra de los autores y directores Nao Albet y Marcel Borrás, enfants terribles ya oficiales del teatro español, que por lo visto, como ellos nos supieron explicar y todo el mundo puede que sepa, tiene su origen anticipado en el teatro barcelonés. La razón de su conveniencia (la de esta reseña imaginativa) es que ésto – esta crítica – es también una copia, y además es copia de otras copias (otras reseñas, al menos en la esencia que por otro lado no existe) que son copias porque copian algo (el sentido) de un original (la obra) que luego, al final, tampoco es tan original porque siempre alguien lo ha hecho antes. O, copiando a mi rapero favorito, algo que se le parece.


Me viene a la cabeza Fichte y su entrada gloriosa en el mundo de la filosofía oficial: escribió la obra pendiente de Kant, y la publicó sin firmar. Al poco tiempo los críticos más reputados y especializados en el filósofo de Könisberg aseguraron que no hacía falta que lo firmara. Era sin duda de Kant, tanto por su estilo, como por su genio y por el tema tratado. Fichte copió una obra no escrita, y lo hizo tan bien que parecía que no era suya. O sea, que lo hizo mal.


Mi amigo Mini rizó el rizo, y superando a Fichte en talento e imaginación, hizo una crítica (que como acabamos de ver, es una forma de copia, QED) de una obra inexistente escrita por un filósofo inexistente del renacimiento. Y funcionó estupendamente porque aprobó Historia de la Filosofía. El siguiente paso hubiera sido que la época también hubiera sido copiada. Y eso nos hubiera hecho desembocar de lleno en el mundo de la ficción. Que es a lo que vamos.


"El teatro es re-presentación, y difícilmente puede ser otra cosa que no sea copia porque copiar es su esencia: vuelve a poner sobre el escenario algo de eso que llamamos vida"

Y ahora, el teatro. FalseStuff, que podría ser una copia de, por ejemplo, el caso Fichte, narra el momento – y paso a copiar el argumento de la obra - en el que un policía llega a un local para arrestar tal vez a un falsificador de obras. ¿De qué obras? Vayan a averigüarlo, que merece la pena, y nos ahorramos otra copia más.


El caso es que sobre el escenario Albet y Borrás desplegaron su ya más que reconocible estilo: citas cinematográficas, argumentos en este caso sencillos pero trabajados desde la complejidad que proporciona el metateatro, niveles narrativos superpuestos y entrelazados, uso de tecnologías más propias de otros tipos de expresión ... y muchísima imaginación y talento narrativo puestos en juego. ¿Y el teatro?


Dentro de ese vergel de propuestas había una parcelita algo más amarillenta y algo menos frondosa.


El teatro es re-presentación, y difícilmente puede ser otra cosa que no sea copia porque copiar es su esencia: vuelve a poner sobre el escenario algo de eso que llamamos vida. Incluso, como mi amigo Mini, cuando esa vida es inventada y copia algo que no existe pero es creíble. Borrás y Albet se hacen preguntas propiamente filosóficas sobre la esencia de las cosas y su expresión, y las representan en ese modo que llamamos genericamente teatro.


"Hay quien piensa que lo que se pone en juego en un escenario es el cuerpo de uno o varios intérpretes al servicio de la creación de sentido en torno a algo de lo que somos."

Hay quien piensa que ese teatro es sobre todo diversión. Si esto es así, FalseStuff ha cumplido con creces su cometido porque la obra es muy divertida. Como lo fueron las anteriores obras. Pero por otro lado, si la esencia es la diversión, no deja de ser – en ese sentido - una copia de las comedias de Arturo Fernández o de Lina Morgan, que también eran, en general, muy divertidas para la gente que iba a verlas. Adornarlas de una forma u otra afecta más o menos a la autoestima y el lugar ideológico desde el que nos queremos mirar, pero no deja de ser adorno.


También hay quien piensa que lo que se pone juego en una representación teatral no es sólo la capacidad de divertir a los demás, o de impresionar con recursos externos, o de elaborar textos intensos. Hay quien piensa que lo que se pone en juego en un escenario es el cuerpo de uno o varios intérpretes al servicio de la creación de sentido en torno a algo de lo que somos.


Y ese fue el trozo de parcela que me pareció algo mustio. Seguimos presa de los juegos de escuela de teatro y de los match de improvisación. Con gestualidades estándar que parecen más preocupadas por hacer algo que parezca natural mientras van a lo importante, que es hacer gracia diciendo cosas.


Hay algo de lo cinematográfico actual en este estilo. No solo porque el lenguaje en sí mismo parece un montaje de cine. Además pasan muchas cosas muy deprisa, y los intérpretes se esfuerzan por parecer personas de verdad, muy naturales, por oposición a ser personajes muy orgánicos. Es una opción, pero no es la que más me gusta.


"La siguiente obra de Albet y Borrás es una de mis expectativas principales en cada temporada de teatro."

La siguiente obra de Albet y Borrás es una de mis expectativas principales en cada temporada de teatro, junto con dos o tres más. La espero con ganas y siempre hay algo que me hace querer volver. Por supuesto está el talento individual y la gracieta que tienen, además de los montajes tan imaginativos y exhuberantes. Y siempre tengo la duda de qué hubiera ocurrido si, además, la interpretación hubiera trascendido y la escenografía hubiera tenido menos vocación de decorado y más de entorno de la obra.


Me quedo con dos momentos en FalseStuff. Uno, la escena en la que se comienza a relatar la vida de nuestro estafador a través de una coreografía primero individual y luego colectiva. La implicación de los cuerpos y la posibilidad de poner el relato en el cuerpo y darle sentido me despertó la imaginación. Otra, el monólogo de la supuesta pareja de nuestro estafador, no por lo que tenía de interpretación - porque fue un monólogo más bien paseado que interpretado -, pero sí porque por primera vez aparecía algo de la esencia y la contradicción en la copia. Entre las risas se abrió un poco el abismo propiamente humano. ¿Como amar a alguien que, a base de no ser él, acaba no siendo nadie? Interesante.


Finalmente, recojo la inquietud que origina la obra: ¿qué ocurriría si se falsificaran obras de teatro? ¿No será esa la razón por la que aparecen reiteradamente los mismos recursos visuales en las producciones que se pueden ver últimamente?


El mundo es expresión. Y lo es de un supuesto original que es inaccesible porque una vez que se expresa, ya es copia. Y, como acabamos de ver, copia de algo que no sabemos. Copia de una ausencia, copia de nada. Y el teatro es copia de la copia dado que no solo expresa, sino que además re-presenta lo que se presenta de otra forma. La pregunta sería, ¿puede ser el teatro algo que no sea falsificación? Platón expulsó a los escritores de tragedias de la República por mentirosos. Quizá por copiar mal. Lo cual significa que hay algo original que copiar, y nos devuelve al principio. A lo mejor la recurrencia de motivos tiene menos que ver con el hecho de que haya un complot para copiar originales, que con el hecho de que, por eso de la inteligencia colectiva, todos copiemos de la misma manera compartida. O sea, que no hay copia. Puede que sí, y puede que no, pero en todo caso no hay nada que temer: Los premios se siguen entregando de forma individual.


 

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