
Teatro FernÔn Gómez. Hasta el 30 de enero.
Madrid.
Reparto: Alicia Montesquiu, Alicia Cabrera y Ana Turpin
Dirección: Gabriel Olivares
Texto: Alicia Montesquiu
"Las Hermanas de Manolete se mueve en ese lugar pendiente de crear en cada obra, entre el relato y la quiebra. Es una tensión originada entre dos polos que solo se puede resolver en la escena."
Las Hermanas de Manolete (Teatro FernĆ”n Gómez, Centro Cultural de la Villa) se mueve en ese lugar pendiente de crear en cada obra, entre el relato y la quiebra. Es una energĆa originada entre dos polos en una tensión que sólo se puede resolver en la escena.
El relato es el polo positivo de esta tensión creativa, desde el que se nos convoca a reconocer el lado mĆ”s sórdido del triunfo. Cabe pensar que todo Ć©xito estĆ” fundado sobre algunos fracasos. Cabe pensarlo, fundamentalmente, porque detrĆ”s de cada triunfador hay historias que invitan a creer que los ganadores sólo pueden serlo a costa de dejar en la cuneta de su camino personas, animales o cosas que han utilizado para progresar y que, una vez que las han usado, se han deshecho de ellas. El Ć©xito no sale moralmente gratis, por lo visto. Y Ć©ste es el caso de Manolete, torero y sĆmbolo del triunfo construido sobre la pobreza, y finalmente en el sentido mĆ”s directo, sobre la prostitución y la negación de sus hermanas.

La quiebra es el polo negativo. La autora - Alicia Montesquiu - y el director - Gabriel Olivares -han hurgado en algunos recursos escĆ©nicos que supongo que buscan poner marcas en el relato, de forma que el espectador tenga que estar fuera y dentro de lo narrado. Y ahĆ estĆ”n la voz en off de un director de audiovisual cortando la escena, o las proyecciones de unos textos sobre el fondo. Incluso ahĆ estĆ”n los movimientos de escenografĆa, llevados a cabo por las intĆ©rpretes que a ratos no hacen su papel, sino un metapapel de actriz que deja de hacer un papel para mover objetos.
Y de nuevo me encuentro en un lugar conocido: el de la historia que hay que contar (porque la historia de los perdedores importa, y es necesario contarla para que la hybris del ganador se complete), aderezada con recursos extrateatrales que buscan un efecto.
"Y de nuevo me encuentro en un lugar conocido: el de la historia que hay que contar (porque la historia de los perdedores importa ...)"
La tensión entre ambos polos no funcionó para mĆ. La historia me pareció tan fascinante que no entendĆ ese empeƱo en sacarme del relato y de la interpretación. O dicho de otra forma, no paraba de surgirme la misma pregunta todo el rato: Āæpor quĆ© la voz en off del director audiovisual? ĀæQuĆ© aportaba, aparte de cortar la concentración en la historia que se contaba? Si lo que se estaba contando era la historia de un rodaje ... ĀæquĆ© mĆ”s pasaba en el rodaje, ademĆ”s de que el director lo paraba, y la protagonista que hacĆa el papel de novia de Manolete se sentĆa molesta por ello? ĀæPor quĆ© ese rodaje era importante para la relación entre las hermanas del torero y su novia? AĆŗn no lo sĆ©. Si se trataba de un recurso brechtiano para despertar conciencia crĆtica y sentido de la realidad en el espectador, no me funcionó.

Por otro lado esas quiebras constantes, unidas a la sobreactuación de libro de Ana Turpin, junto al personaje que aparecĆa y desaparecĆa en el caso de Alicia Montesquiu, con acento intermitente incluido, ocultaron el verdadero protagonista de la historia: la trama urdida por las hermanas, pobremente, ingenuamente, para resarcirse de una pĆ©rdida ya irresarcible: Su incapacidad para ser malas a pesar del abismo casi infinito de su historia personal. La constatación de que los verdaderos villanos rara vez se exponen a ser protagonistas de la parte oscura de su pasado, porque consiguen seudovillanos vicarios que paguen por ellos. No hubo tiempo para esa historia. Ni consistencia en el relato, y desgraciadamente y por consiguiente, tampoco tiempo para la profundidad. El tiempo se llenó de quiebras huĆ©rfanas de historia, y la historia se quebró, a pesar de la absoluta necesidad de contarla. En medio de todo esto sólo Alicia Cabrera consiguió una interpretación continuada en el tiempo, suficientemente sólida como para ver aparecer algo de los desheredados de la tierra.

"... creo que en Las Hermanas de Manolete hay una poética aún por descubrir. Semioculta aún en la visión incipiente de Olivares, y en esos personajes que quieren aparecer. OjalÔ la quiebra que tanto desean sirva para abrirles un hueco. "
La historia de Alicia Montesquiu, en el formato dramÔtico de los encuentros históricamente inexistentes, pero dramÔticamente imprescindibles, merece un desarrollo. Y tengo que agradecer, de nuevo, que aquélla, junto a Alicia Cabrera y Ana Turpin, y junto a la poética de Gabriel Olivares, me hayan descubierto esta historia y me hayan hecho replantearme, de nuevo, qué es teatro. Creo que la respuesta opera de forma distinta en cada obra, y de hecho, en cada intérprete y en cada director. Y creo que en Las Hermanas de Manolete hay una poética aún por descubrir. Semioculta aún en la visión incipiente de Olivares, y en esos personajes que quieren aparecer. OjalÔ la quiebra que tanto desean sirva para abrirles un hueco.
Esta obra sigue en escena. ĀæTe gustarĆa verla?
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Las hermanas de Manolete - Teatro FernÔn Gómez (teatrofernangomez.es)
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